Colección "La Querella de la Lengua"
Fernando Alfón
La restauración nacionalista: informe sobre educación
Autor: Ricardo Rojas
Título: La restauración nacionalista. Informe sobre educación.
Fecha de edición: 1909
Lugar de edición: Buenos Aires
Editor: Ministerio de Justicia e Instrucción Pública
Información adicional: El libro se reedita en 1922 (Buenos Aires, Juan Roldán) al emprenderse la reedición de todas las obras de Ricardo Rojas.
Fuente: Dominio público
Durante la presidencia de José Figueroa Alcorta (1906-1910), y por orden del mismo presidente, se le encomienda a Ricardo Rojas la tarea de estudiar el régimen de la educación en las escuelas europeas. Argentina está cerca del Centenario de la Revolución y crece la preocupación por actualizar el carácter nacional de la república. Rojas viaja a Europa y, luego de comparar sus distintas formas de educación, llega a la conclusión de que el sistema argentino es «deplorable» y necesita, de manera urgente, una reorientación sobre la base de una conciencia nacionalista, que aquí significa una reforma que restablezca el vínculo perdido con la tradición nacional. Compone, entonces, un extenso informe crítico que tituló La restauración nacionalista, que al buscar constituirse en las bases para una reforma en el estudio de las humanidades modernas, se pronuncia sobre cuestiones históricas, geográficas, morales e idiomáticas.
En lo que respecta a esto último, Rojas creyó desde el primer momento que en el idioma patrio estaban los elementos espirituales más duraderos de la tradición nacional, el puente espiritual más firme con los antepasados y con España. La conservación de ese idioma era, por tanto, necesaria para la unidad espiritual e histórica a través del tiempo y para lograr el instrumento adecuado en la persecución de la hegemonía cultural en América. No duda en llamarlo idioma patrio; a veces utiliza el concepto de idioma nacional o el de idioma tradicional, que son, en esta obra de Rojas, todos equivalentes, todas formas alternativas de idioma español, forma que, en cambio, evita por considerarla un error. Su revalorización de lo indígena y de las voces indígenas, que en La restauración ya ocupa un lugar relevante, no implica ceder absolutamente nada en la idea de que la lengua de Argentina es y debe ser el español. El problema no está en lo autóctono, sino en lo foráneo: en el francés, en el inglés, en el italiano. Pero Rojas, aunque aún muy joven, revela conocer muy bien el funcionamiento de las lenguas, de modo que no niega la formación de nuevos vocablos, la aparición de nuevas acepciones a las ya conocidas, la necesaria adaptación de ciertos barbarismos o los cambios oportunos de sintaxis en favor de la claridad: todo esto le resulta evolución natural de una lengua. A lo que teme, en cambio, es a aquello que llama «la horda cosmopolita, en su mayoría analfabeta», porque provoca «la deformación de las palabras castizas, el abuso del extranjerismo estridente, el empleo absurdo de las preposiciones, la introducción de sonidos extraños a la música de nuestra lengua» (p. 368).
El enemigo número uno de la restauración que pretende Rojas es, entonces, el cosmopolitismo, entendido como la presencia extranjera que resiste argentinizarse. No pide la expulsión del inmigrante, pide que resigne su lengua materna ni bien pise suelo argentino. «¿De qué servirá, asimismo, que el maestro enseñe su gramática, y diga que el castellano es el idioma del país, si el alumno, al regresar de la escuela, ve las aceras llenas de letreros en francés, en inglés, en alemán?» (p. 450).