Colección "La Querella de la Lengua"
Fernando Alfón
Babel y el castellano
Autor: Arturo Capdevila
Título: Babel y el castellano
Fecha de edición: Sin data [1ª edición 1928]
Lugar de edición: Madrid
Editorial: CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones)
Información adicional: La primera edición de 1928 se publicó en Buenos Aires, por Cabaut y compañía.
Fuente: University of Toronto
Durante la década del 1920, en el diario La Prensa, el escritor Arturo Capdevila publicó una serie de artículos vinculados a la querella de la lengua en Argentina. Recién en 1928 se reúnen y publican todos bajo el título Babel y el castellano. Sus propósitos más relevantes son cuatro: 1º, enunciar el orgullo que el autor siente por el castellano; 2º, demostrar que es el idioma que habla Argentina; 3º, vilipendiar el voseo, al que llama «mazacote», «gazapo», «ignominiosa fealdad», «viruela», «verdadera mancha del lenguaje argentino»; 4º, preanunciar el porvenir conquistador del idioma de Cervantes, que en América, estima, no tardará en purificarse del todo. El tercer propósito amerita un comentario.
Luego de rastrear el origen del voseo en América, Capdevila resume el estado de la cuestión, en cuyos puntos principales afirma que, ya en los primeros tiempos de la Conquista, el vos sonaba con demasiada familiaridad o con un aire despectivo u hostil; que en todo el siglo XVI no cesa de acentuarse el carácter despectivo o muy familiar del voseo, hasta que a fines del siglo XVII prevalece el tú en toda España; que el mapa de América se divide en dos zonas bien definidas: una en que se tutea y otra en que se vosea, aquella es el tercio del continente, esta comprende las dos terceras partes restantes; que el voseo en la actualidad se desconoce totalmente en España. Este resumen concluye en algo que Capdevila creyó revelador: «La total preferencia peninsular por el tuteo y su parcial adopción americana constituyen, sin disputa, un mismo fenómeno de cultura. Nada hay en él que sea étnico. Todo es cosa cultural» (p.120).
Capdevila procura que su resumen sea leído como una impugnación al voseo americano. Estima que no existe ninguna relación entre el vos que riega felizmente las páginas del Siglo de Oro, y el vos que envilece las costas del Río de la Plata. A un vos lo encuentra dorado; al otro, «ruin». Pero lo curioso viene luego, al estampar su conclusión del asunto: «No es que se deje de emplear el vos en la Península, porque vaya cayendo en desuso como tantas formas, como tantos giros idiomáticos. Se le deja de usar porque ofende» (p. 120). A Capdevila le basta con que ofenda en España para que ofenda también en Argentina; es decir, presume que el castellano aún se regula en España y pertenece a ella. El simple cálculo que alega: dos terceras partes de Hispanoamérica vosea, parece no intimidarlo para creer que estos deben amoldarse a la tercera parte restante. ¿Cuál sería la razón por la que debiéramos volver al tuteo?: así lo quiere España. Llegamos así al octavo capítulo del libro, intitulado «El idioma en la Argentina», quizá el más confesional, sin duda el de pronósticos menos acertados: «El día en que la mayoría de los hombres cultos se traten de tú en la Argentina (y ese día vendrá), el horrible voseo rioplatense no ha de ser sino una curiosidad del pasado y una ignominia más de los tiempos de Rosas» (p. 143).