Colección "La Querella de la Lengua"
Fernando Alfón
Diccionario argentino ilustrado con numerosos textos
Autor: Tobías Garzón
Título: Diccionario argentino ilustrado con numerosos textos
Fecha de edición: 1910
Lugar de edición: Barcelona
Imprenta: Elzeviriana de Borrás y Mestre
Información adicional: Publicado bajo los auspicios de la Comisión Nacional del Centenario de la Revolución de Mayo y de la Universidad Nacional de Córdoba (República Argentina).
Fuente: University of Toronto
Coincidiendo con los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo aparece una serie de diccionarios que, si bien son trabajos lexicográficos, se desprende de ellos un nuevo episodio en la querella en torno a la lengua española en Argentina. Tobías Garzón, en Barcelona, presenta el primer Diccionario argentino (1910); Ciro Bayo, en Madrid, reedita su Vocabulario criollo-español sud-americano (1910); Lisandro Segovia, en Buenos Aires y bajo los auspicios de la Comisión Nacional del Centenario, publica su Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos (1911); Diego Díaz Salazar, aunque con un ejemplar más discreto, aporta lo suyo en el Vocabulario argentino (1911). El espíritu de estos trabajos no es anunciar la creación de un idioma argentino y sus autores lo aclaran en los respectivos prólogos, no obstante son justificaciones que ofrecen algunos interrogantes.
Garzón, por ejemplo, confiesa que comenzó haciendo un vocabulario de barbarismos, pero resultaron ser tan numerosos y generalizados, incluso entre la gente culta, que dejó de considerarlos bárbaros. Luego, al ver que muchas voces en Argentina se escribían distinto, o tenían otro sentido, o directamente no aparecían en el Diccionario académico, se preguntó por qué el «idioma nuestro, nacional» —al que considera castellano por su índole analógica y sintáctica y casi en su totalidad por sus elementos prosódicos y ortográficos, pero cada día más distinto del que se habla en España— carece de un diccionario propio, «que registre las palabras, frases y modismos usados en la República Argentina» (p. VI).
Garzón se atreve a afirmar la existencia de un «idioma nuestro, nacional» solo en cuanto al vocabulario, pues «no hay una lengua argentina sino castellana» (p. VI), dirá más adelante. La idea de un «diccionario argentino» le produjo algunos dilemas, pues así como no se trata de un diccionario de la lengua argentina, ni de un diccionario integral del español en Argentina, tampoco es un diccionario de argentinismos, pues muchas de las voces que constata campean por igual en otras regiones del continente. La idea de un «diccionario argentino», por tanto, remite únicamente a que pertenece a la Argentina o tiene relación con ella.
A párrafo siguiente, este aseverar que «no hay una lengua argentina sino castellana» parecería desmoronarse al afirmar que se ha propuesto demostrar el estado actual de la lengua en la República Argentina, donde «no se habla ya el idioma que se habla en España» (p. VII); aunque aclara, más abajo, que un nuevo mundo exige una nueva lengua, pero con «nueva» no debe entenderse una lengua radicalmente distinta, sino simplemente una lengua renovada, enriquecida en cuanto a su léxico. Garzón busca ser claro en esto, porque sabe de la querella en torno a estos temas y no le interesa atizarla; encuentra igual de útiles para su empresa tanto los trabajos de un Lucien Abeille como los de un Ernesto Quesada, ambos con «prolijas y luminosas disquisiciones sobre el idioma de los argentinos» (p. XI).