Colección "La Querella de la Lengua"
Fernando Alfón
La evolución del idioma nacional
Autor: Ernesto Quesada
Título: La evolución del idioma nacional
Fecha de edición: 1923
Lugar de edición: Buenos Aires
Imprenta: Imprenta Mercatali
Información adicional: 1923 es el año que se imprime en la tapa, el que Quesada afirma estar escribiendo (cf. página 46) y el que se deduce de la información bibliográfica brindada en página 68. El pie de imprenta, sin embargo, data 1922, en lo que quizá deba considerarse un error. El libro es la reedición, en forma de opúsculo, de las dos partes que conforman «La evolución del idioma nacional». Cf. Quesada, Ernesto (1923) «La evolución del idioma nacional», en Nosotros. Revista mensual de letras, arte, historia, filosofía y ciencias sociales. Año XVII, Tomo XLIII, Nº 164. Buenos Aires, enero, pp. 5-31. Quesada, Ernesto (1923) «La evolución del idioma nacional (Conclusión)», en Nosotros. Revista mensual de letras, arte, historia, filosofía y ciencias sociales. Año XVII, Tomo XLIII, Nº 165. Buenos Aires, febrero, pp. 175-207.
Fuente: University of Toronto
Compartiendo lo substancial de las tesis desplegadas por Arturo Costa Álvarez en Nuestra lengua (1922), Ernesto Quesada compone una reescritura bajo el nombre La evolución del idioma nacional. La idea de Costa Álvarez de quitar el sayo de segregacionistas a los románticos empieza a ejercer influencia y convierte, en primer lugar, al mismo Quesada, que, si antes había hecho a Gutiérrez el promotor principal de un idioma local, ahora cree que esa prédica contra la lengua española era solo resabio del odio contra todo lo godo: «ninguno de aquellos cultos argentinos —como lo demuestra acabadamente Costa Álvarez— en realidad soñó con la suplantación del castellano por un dialecto cuasi indígena» (p. 6). Luego insiste en que la querella por el idioma nacional ha sido superada; idea que escribe como si estuviera tallando un epitafio. Así, La evolución del idioma nacional procura señalar los tres momentos de este extinto pleito: nacimiento, desarrollo y muerte. El tono del ensayo es el de aquel que se refiere a algo remoto. Poco antes de finalizar el primer cuarto del siglo XX, la lengua nacional ya dejó de ser, para Quesada, un problema. La unidad de la lengua es un hecho que ya nadie discute. Luego de la querella suscitada en torno al criollismo, triunfantes las fuerzas unificacionistas y disipadas las tendencias «deliberadamente corruptoras del idioma», reina sin oposición «la buena doctrina» de la conservación y la pureza idiomática. Hay un único idioma nacional, vuelve a decir en este ensayo, y es el castellano, pero no el de la conversación pública o la sobremesa hogareña, sino el de «la lengua usada por los buenos escritores, en el libro o en el periodismo, lo que caracteriza el lenguaje nacional» (p. 9).
Como prueba de este triunfo definitivo, Quesada subraya el diarismo de la época, pues encuentra que la evolución del idioma nacional (el castellano culto) ha sido principalmente la obra de la prensa periódica. En la Argentina, no es tanto el libro como el diario el vehículo difusor de las ideas, por lo que es trascendental su labor para la purificación de la lengua. La prensa, entiende Quesada, ha tomado ciertos recaudos luego del pleito en torno al criollismo, y ha procurado quedar del lado del casticismo, pues cada diario ha cuidado de incorporar a su personal superior un técnico, generalmente español, hablista consumado, que revisa lo que publica el periódico, «limpiándolo de abrojos y malezas en punto a lenguaje». Luego, el público tiende a imitar la lengua del periódico, creándose así un círculo virtuoso. Quesada cree ser testigo de un cambio sustancial entre el periodismo de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX; en aquel afloraba el vulgarismo, el solecismo y el estilo desparejo; en este se estampan formas límpidas y cultas.