La lógica de Copi
Daniel Link. Eterna Cadencia. Una obra con leyes propias.
FUENTE: La Nación / Por Gabriel Caldirola (10/09/2017)
En diciembre de 2017 se cumplirán treinta años de la muerte de Raúl Damonte Botana (Buenos Aires, 1939-París, 1987), nombre civil del dramaturgo, novelista y humorista gráfico conocido como Copi. Dueño de una producción tan singular como desatendida, hoy empieza a ocupar el lugar que merece en el panorama de la literatura contemporánea.
En La lógica de Copi, el crítico Daniel Link culmina una investigación impulsada en 2004 por una beca de la Fundación Guggenheim, a partir de la cual realizó una lectura del autor de Eva Perón en la que la admiración se superpone con la reflexión crítica. Como explica en el prólogo, tres escritores sirvieron de guía inicial para el proyecto: Fogwill, encargado de presentar a Copi tempranamente a la sociedad cultural argentina (la cual, dominada todavía por un pensamiento heterosexista, lo consideró poco serio); César Aira, quien le dedicó a finales de los años ochenta “una lectura incompleta pero decisiva”; y Edgardo Cozarinsky, que ofreció una nueva comprensión de su lógica autoral en un texto de El pase del testigo (2001).
Sin remitirse a un ordenamiento cronológico, Link recorre libros como El baile de las locas, La guerra de las mariconas, La Internacional Argentina o La ciudad de las ratas para analizar los diferentes nodos conceptuales que presenta la obra de Copi: el humor, como dispositivo capaz de subvertir el orden establecido; el modo personal de configurar un estilo neobarroco; el exilio y la reivindicada condición de “apátrida” (como miembro de una generación de artistas argentinos que emigraron a París por motivos más personales que políticos); su vínculo con Borges y la literatura gauchesca (explorada sobre todo en obras como Cachafaz y La sombra de Wenceslao); la dimensión filosófica que trasunta su escritura, al interrogar las nociones convencionales de tiempo y espacio.
El rasgo menos comprendido de la obra de Copi, según Link, es la reflexión que esgrime “sobre la categorización de lo viviente” y la “soberanía política”. Sucede, dice, que la gracia que en ella se impone muchas veces impide considerar la seriedad de lo que postula. Desde esta perspectiva, la obra del “argentino de París” propone una ética y una estética trans (transnacional, translingüística y transexual), que intenta eludir todo tipo de clasificación.
En una obra como Eva Perón, Copi interviene sobre dos imaginarios que en él se intersectan, si se tiene en cuenta que su familia se exilió en Uruguay tras el ascenso de Perón: la novela familiar y el imaginario político. Más que una parodia, produce una verdadera profanación sobre estos archivos, con un efecto potente en su lógica desestabilizadora. Así lo demuestra la reciente puesta de la pieza en el Teatro Nacional Cervantes (junto a otra obra clave, El homosexual o la dificultad de expresarse), que volvió a ser motivo de polémica y actualizó los debates que había suscitado su estreno en París en 1970.
En sus piezas teatrales, sus novelas y sus tiras de humor gráfico, Copi propone un universo con sus propias leyes, en el que puede suceder, y efectivamente sucede, cualquier cosa: resurrecciones, transposiciones de género, filiaciones imposibles, el fin del mundo y su recomienzo. Arrastrada por una imaginación desbordante que la impulsa siempre hacia adelante, a menudo con un ritmo vertiginoso, su escritura alcanza un estado de puro devenir que desenvuelve un pensamiento sobre el presente y suspende las relaciones de causa y efecto.
En la lectura de Link, que desde la crítica literaria intenta conversar con la filosofía contemporánea, la obra de Copi “se funda en la tierra de nadie de la ensoñación, la imaginación y la memoria” para proponer la concepción radical de “mundillos” habitados por personajes monstruosos, en los que la catástrofe y el milagro logran trastocar el orden de lo conocido y realizar lo imaginario, llevándolo hasta sus últimas consecuencias.