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Literatura latinoamericana: una mirada cubista sobre tiempo, mercado y nación

El académico venezolano Gustavo Guerrero -editor en Gallimard- polemiza sobre la identidad y los regionalismos.

 

FUENTE: Clarín / Por Leonardo Sabbatella (25/05/2018)

 

En la década del 80 David Hockney hace una serie de collages fotográficos en los que superpone distintas fotos de un mismo paisaje produciendo un efecto fragmentario y cubista. Gustavo Guerrero redactó Paisajes en movimiento de un modo similar. En un mismo capítulo parecieran habitar todos los ángulos y puntos de vista sobre un paisaje de época. En el caso de Guerrero los paisajes son el tiempo, el mercado y la nación. Tres encuadres para hacer una crítica sobre la literatura contemporánea en América Latina.

 

El ensayo de Guerrero procede a través de secuencias fragmentarias que cruzan notas de lectura con apuntes de clase, análisis de poemas y transcripciones de frases ajenas. Guerrero actúa como un montajista. “A un objeto en desvío solo puede contestarse con un método oblicuo”, decía Oscar Masotta (citado en la introducción) y los tres objetos de estudio de Guerrero son objetos en fuga, que más que un abordaje reclaman una redrada.

 

Para Guerrero la conferencia que Octavio Paz dio cuando ganó el premio Nobel, titulada “La búsqueda del presente”, es un documento rector de su trabajo. Un protomanifiesto con el cual discutir, el punto de referencia que organiza el mapa en el cambio de siglo. Paz en la conferencia hace un llamado a abandonar el pasado y el futuro para escribir y habitar el tiempo frágil del presente. En cierta forma, la propuesta es convertir el destino en contingencia.

 

Guerrero relee la poesía de los últimos años (donde el grupo de poetas argentinos de los 90 tiene un lugar destacado) y advierte la primacía del presente en las escrituras actuales. “Presente puro y puro presente”, escribe Guerrero citando a Prieto y García Helder. Una estética del directo, de las referencias de época, de las marcas de consumo masivo, de la vida insustancial, de las formas flexibilizadas caracteriza, según el autor, a la literatura actual. Guerrero en un mismo movimiento apuesta y desconfía de ese uso del tiempo.

 

La pregunta por la literatura y la nación pareciera haber quedado zanjada de una vez y para siempre con “El escritor argentino y la tradición”. Aun así, Guerrero, ante los cambios políticos de signo conservador, la disolución de fronteras a través del proceso de globalización y los distintos usos del nacionalismo, marca un descentramiento de la literatura como modo de representación de la identidad de los estados-nación clásicos. En todo caso, de lo que se trata es de una tensión entre el regionalismo y la desterritorialización, ambos polos son una preocupación y una exigencia de un mercado cada vez más concentrado.

 

La crítica del paisaje que practica Guerrero reconoce que las editoriales independientes no se reducen a la formación de un catálogo sino que además realizan “una intensa actividad de comunicación que desarrollan a través de sus portales, redes sociales y blogs asociados”. Rol que en una época pre-internet cumplían las revistas culturales.

 

Experto en citas, Guerrero no tiene problemas en hablar a través de otros, en hacer que otros digan lo que tiene que decir. El libro cuenta con tantos fragmentos apropiados que rompe cualquier crítica posible para convertirse en un método hecho de subrayados.

 

Guerrero tiene en claro el carácter incompleto y provisorio de su trabajo por estar analizando una época aun en acción. Asume el riesgo de pensar la actualidad sin caer en la urgencia. Ahí donde suele haber aceleración y conclusiones rápidas, ahí donde se improvisan teorías de la emergencia, Guerrero abre espacios y hace tiempo. No hay conclusiones fijas. Hay conflictos y acercamientos. No es un libro asertivo sino más bien un rompecabezas. Un exhaustivo y arbitrario estado de la cuestión.

 

 

 

Joaquín Torres-García (1943)