Sin pelos en la lengua
La titular de la Academia Argentina de Letras regresa al humor para señalar en su nuevo libro los desatinos más frecuentes en el uso del idioma.
Fuente: Revista Ñ/ por Débora Campos (15/11/2022)
Durante años, el sentido del humor de la filóloga Alicia María Zorrilla (Buenos Aires, 1948) era un secreto al que pocos accedían. Solo sus estudiantes en la Fundación Litterae conocían las hilarantes asociaciones que un error gramatical o semántico podía disparar. Más que persuadir con enojos o sermones, esta doctora en Letras por la Universidad del Salvador grababa los conceptos a fuerza de carcajadas
“Debería escribir un libro”, le decían entonces. Le llevó no pocos años animarse, pero cuando lo hizo, no pudo abandonar a su nuevo público. Al éxito de Sueltos de lengua (que va por su tercera edición con un muestrario de los equívocos más frecuentes en el uso del idioma), se suma ahora ¿¡Por las dudas…!?(Libros del Zorzal).
“Me generaba inquietud lo que dijeran en la Academia Argentina de Letra (AAL) cuando se publicara un libro como este”, recuerda en el salón de su departamento en el corazón de Belgrano quien es la titular de aquella entidad, además de miembro correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia Española (RAE).
Un libro como este es un libro de divulgación, algo muy distinto a los textos que ella llama técnicos y que son exhaustivos tratados sobre aspectos de la lengua como las preposiciones, los verbos y los gerundios, el uso de la puntuación o la normativa lingüística española.
Sin embargo, lo que sucedió fue que sus compañeros de la AAL la estimularon a seguir, de manera que, a aquellos trabajos académicos como La estructura de las palabras en español (2004), Dudario diccionario de consultas sobre el uso de la lengua española (2011) o El complemento de régimen preposicional en español (2022), ahora ha sumado una incipiente serie que seduce a un público no iniciado.
El idioma interesa
Sentada sobre un sofá en el que, hace apenas minutos, posó con simpatía ante la lente de Ñ, Zorrilla no se siente sorprendida por el interés que sus libros generaron y siguen generando. Dice que ya tiene varios ejemplos para un tercer volumen y que sus fuentes frecuentes de errores son los medios de comunicación y las situaciones de la vida cotidiana. Propias o ajenas, ya que no faltan quienes la saben coleccionista de equívocos y le cuentan pequeñas historias protagonizadas por hablantes impunes.
“Sucede que el idioma está en el centro de toda la cultura y es afín a todas las profesiones y a todos los ámbitos. Entonces, es lógico que les interese a las personas –explica–, les tiene que interesar. Por ejemplo, a la AAL me llegan las consultas frecuentes de una contadora que quiere escribir bien y me envía sus cartas para que yo las corrija. Porque escribir, escribimos todos, pero redactar es adecuarse a las normas y construir un texto decoroso y elegante”.
Además de la contadora, decenas de personas recurren al servicio de consultas de la AAL que coordina Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas (a través del teléfono 4802-7509, interno 4, o del correo consultas@aal.edu.ar).
Tiene menos fama que la cuenta de Twitter desde la que responde el equipo de especialistas de la RAE (a veces con mucha gracia), pero el servicio argentino presenta una ventaja: ofrece indicaciones sobre el castellano rioplatense o sobre los usos propios de regiones del país en lugar de universalizar el español madrileño, como si todavía se tratara del centro de un imperio (en este caso, idiomático).
Aunque ¿¡Por las dudas…!? presenta situaciones variadas, su autora identifica los tres elementos que son más esquivos para hablantes locales: “Las preposiciones es el primero y más frecuente; luego, la correlación de los tiempos y modos verbales; y finalmente, los gerundios. Tal vez, no se enseñaron profundamente o no se entendieron, pero son errores persistentes y se ven especialmente en los noticieros de la televisión”, asegura.
Y con el gesto serio, cita: “Me dijo que venga” (en lugar de “Me dijo que viniera” porque el pasado del modo indicativo –dijo– demanda un pasado para el modo subjuntivo –venga es el presente, viniera es el pasado–).
Como pasa con las cerezas, al tirar de un ejemplo, llegan indefectiblemente los demás. “Otra forma verbal que ha renacido y es un arcaísmo: ‘El que fuera presidente de...’. ¿Por qué fuera? Si usamos fuera quiere decir que realmente no fue presidente porque estamos usando el subjuntivo, que es el modo de lo hipotético, de la posibilidad. Lo que corresponde es ‘El que fue...’. Es cierto que se usa mucho cuando alguien falleció y suponen que es un elemento que da elegancia al texto, cuando es un error”, señala.
Y detrás de ese caso, llega el poco uso del pretérito perfecto compuesto en la mayoría de las ciudades argentinas (hoy he visto a mi amiga, en lugar de hoy vi a mi amiga).
Vocabulario pandémico
Como fue escrito durante la pandemia, el coronavirus y el campo semántico que aportó recorren los ejemplos.
Desde el desopilante titular de un medio español que anunció “Fallece por segundo día consecutivo una mujer de 103 años” (que en lugar de informar que dos mujeres de 103 años murieron en días sucesivos, lo que dice es que una única mujer de esa edad se murió un día y el siguiente) hasta aquellos anhelos de recuperar una “normalidad bastante normal” (el error se denomina pleonasmo).
Otra novedad es la adopción de formas incorrectas que llegan de otros países de habla hispana a través de las telenovelas más populares y de personas emigradas a la Argentina. “Te comparto”, “les colaboro”... “Viene de Colombia y de Venezuela, donde es habitual pero no es correcto. Es una marca de la oralidad, pero es erróneo”, puntualiza y agrega que se resuelve de manera simple: “Comparto con vos” o “colaboro con ustedes”.
Pero qué otra cosa es la lengua que un sistema vivo, construido entre personas que prestan sus experiencias y adoptan las ajenas. Son esas hibridaciones las que van forzando las normas, naturalizando palabras nuevas y formas que terminan por ser aceptadas.
La propia Academia Argentina de Letras actualiza el Diccionario de la lengua de la Argentina, cuya edición más reciente se presentó en 2019 e incluye mina, berreta, gurí, laburo, pero también abrochadora, abrojo, acolchado, alfajor, bibliorato, heladera, papel carbónico, prepaga, quincho, rambla, triangulación y muchas otras. Que otros países no las usen no implica que sean incorrectas porque, como señala la AAL en su diccionario: “Son los hablantes, en última instancia, los únicos dueños de las palabras”.
–¿Puede haber relación entre el uso de la lengua y la violencia imperante en estos tiempos?
–Sí, puede ser. Además nuestros tiempos –y no nos damos cuenta tal vez– nos llevan a eso. Hay una explosión interior que a veces lleva libertinaje lingüístico, lo llamo así.
–¿Hay alguna relación entre el uso de la lengua de mala calidad en los medios, la escuela que falla al enseñar el idioma y la sociedad que resulta de eso?
–Si, porque el periodismo es didáctico, yo aprendo leyendo y cuando vemos, por ejemplo, en un titular la palabra “expecialista” y no tuvo una buena formación, supone que es correcto porque está en la presna. Eso es gravísimo, todos tenemos que hacer docencia desde nuestro ámbito y no solo los de Lengua y, por suerte, yo conozco gente preocupada en otros ámbitos. De manera que la esperanza no me falta. Además, me han dicho que mis libros se volvieron algo así como un manual de periodismo.
Periodistas, pero también docentes llevan tres años volviendo a las páginas de esta serie de libros, anotados, subrayados y marcados con adhesivos de colores. Porque son divertidos, pero también porque enseñan: “A veces, duele reírse del error, pero del humor nace la norma”, sintetiza la académica.
Y aunque el humor es la herramienta central, Suelos de Lengua y ahora ¿¡Por las dudas…!? son más que un muestrario de equívocos. “El aprendizaje de nuestra lengua ensancha nuestra existencia; propicia ese diálogo esencial entre nosotros y los demás; ilumina la posibilidad de entendernos bien, que significa respetarnos más”, escribe Zorrilla en el prólogo.
BÁSICO
Alicia María Zorrilla Buenos Aires, 1948. Filóloga. Es Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras y presidenta de esta entidad; Miembro Correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia Española. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró en Letras por la Universidad del Salvador. Ejerció (y ejerce) como profesora especializada en Castellano, Literatura y Latín. Además de libros técnicos, escribió Sueltos de lengua (2020).Es Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras y presidenta de esta entidad; Miembro Correspondiente Hispanoamericana de la Real Academia Española. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró en Letras por la Universidad del Salvador. Ejerció (y ejerce) como profesora especializada en Castellano, Literatura y Latín. Además de libros técnicos, escribió Sueltos de lengua (2020).